Tras una semana en la que nos hemos reunido con varios colegios, hemos podido poner de manifiesto la importancia de la colaboración del mismo en el desarrollo de un niño con TDAH.

La labor en casa es fundamental (especialmente en el tema de normas y límites, refuerzo positivo y castigo), la de un profesional consideramos que también (técnicas que puedan suplir el déficit, motivación, competencias, etc) pero también es esencial la labor del colegio.

Y es qué, durante el gran número de horas que pasan allí pueden pasar muchas cosas que influyan positiva o negativamente en estos niños. Basta que no se vean capaces de contestar de forma satisfactoria a una pregunta del profesor, que los maestros nunca refuercen de forma positiva sus aportaciones, que no se vea igual que otro compañero, etc. para que su motivación descienda hasta tal punto que comiencen a presentarse conductas inapropiadas (un niño tiende a destacar y si no lo puede hacer de forma positiva busca que sea por otras cuestiones).

Por todo ello, es necesario que los profesores y orientadores tengan claras las particularidades del trastorno y el caso concreto del alumno. Todo ello acompañado por una competencia que consideramos básica, FLEXIBILIDAD.

Flexibilidad para:

  •  Mirar más allá de la mala conducta del alumno
  • Saber que necesitan normas y rutinas pero tardán en acostumbrarse a ellas
  • Entender que en casa su estudio conlleva una mayor elaboración y por lo tanto no siempre pueden hacer frente a todas las tareas
  • Comprender que estos alumnos pueden tener un gran proyección y desarrollo rompiendo falsos mitos del pasado

En definitiva, queremos concluir mostrando nuestra satisfacción al darnos cuenta como cada vez son más centros los que se interesan por hacer las cosas bien, adaptarse a estos niños en vez de fomentar la búsqueda de otro centro, formar a sus profesores en este trastorno y valorar nuestra labor.

No obstante, aún queda mucho por trabajar…

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Father and son playing and bonding on Bogey-Board on Morro Strand State Beach / Mike Baird

Un prestigioso psiquiatra infantil dijo una vez: “Estoy encantado de haber tenido la oportunidad de educar a ‘un niño fácil’, además de a otro con TDAH. De lo contrario, siempre habría dudado de mi capacidad como padre.”

La educación de un niño requiere años. El proceso de inculcar disciplina a un niño es permanente. A medida que se le ve crecer y aprender, desarrollareis vuestra capacidad como padres y vuestra seguridad se incrementará. Si a las propias dificultades de educar, le añadimos las complicaciones del TDAH, ¿se convierte en una misión imposible?

Obviamente, no existen recetas milagrosas ni consejos simples sobre cómo educar a nuestros hijos, tengan o no TDAH.

En este post, intentaremos dar unas orientaciones generales que podéis llevar a cabo y que nos han demostrado, a través de la experiencia, su utilidad. Son consejos que se pueden aplicar para todas las edades, no obstante, en próximas entradas del blog comentaremos algunas otras para afrontar la etapa de la adolescencia. Algunas de las sugerencias son las siguientes:

  • Proporcionarle una estructura y supervisión diaria. A la mayoría de niños con TDAH, les cuesta organizarse, por lo que se verán beneficiados de una mayor estructuración y supervisión. Tener un horario y unas rutinas les facilitará afrontar mejor sus responsabilidades en la vida.
  • Captar su atención. No conseguiremos nada de un niño con TDAH a menos que consigamos captar su atención.
  • Hacer preguntas. Para cerciorarnos de que ha comprendido las instrucciones, normas o en qué consiste la tarea, es conveniente hacerle alguna pregunta o pedirle que repita lo que ha entendido.
  • Negociar unas normas y sus consecuencias. Las reglas deben ser directas y sencillas. Hay que implicar al niño en la selección de normas y en sus consecuencias.
  • Darle advertencias y un margen de tiempo. En las generaciones actuales parece que no surten mucho efecto las imposiciones como “hazlo porque lo digo yo”. Resulta más efectivo advertirles y darles un margen de tiempo para realizarlo. Si no lo llevan a cabo, se deberán llevar a cabo las medidas pactadas.
  • Aplicar contingencias inmediatas. Cuando el niño con TDAH está ante un trabajo que le parece pesado, aburrido o poco reforzante, siente el impulso de buscar algo diferente en que entretenerse. Saber buscar refuerzos positivos adecuados será clave en este proceso.
  • Dar refuerzo con una alta frecuencia. Para los padres es muy sencillo insistir a su hijo sobre las cosas que no está haciendo bien, pero les resulta complicado ofrecer refuerzo positivo de forma frecuente e inmediata. El secreto de una buena disciplina es reconocer, reforzar y recompensar la buena conducta. Disciplina no es sólo castigar, sino modificar el comportamiento incentivando la mejora.
  • Utilizar la recompensa más que el castigo. La estrategia habitual de recurrir al castigo en respuesta a un mal comportamiento, es adecuada siempre y cuando su hijo se porte mal ocasionalmente. No podemos olvidar que más que la extinción de una mala conducta, buscamos la aparición de conductas deseadas. Por ello cobra más valor el refuerzo positivo que el castigo. No obstante, se dice que la proporción debe ser de un castigo por cada 2-3 refuerzos, por lo que no debemos olvidarnos tampoco del castigo.
  • Esforzarse por ser consistente. Debemos ser constantes en las estrategias empleadas y en las conductas objetivo que pretendan aumentar o disminuir aunque el contexto sea diferente.

En conclusión, es efectivo darle instrucciones claras y concisas, reorganizarle el trabajo para hacerlo más motivador, refuerzos inmediatos, para intentar finalmente reconducir su conducta hacia objetivos futuros y no hacia gratificaciones inmediatas.

Los padres eficaces combinan la disciplina con amor. Del mismo modo que no hay que tener reparos en manifestar el cariño que siente por su hijo, tampoco ha de tenerlos para definir claramente los comportamientos inaceptables. Para que su labor correctiva sea eficaz, deberán combinarla con el refuerzo del comportamiento correcto.

Enseñar a portarse bien es un proceso continuo. Es disciplina en su mejor expresión.