image

Nos acercamos al final de curso y con ella aparecen una serie de cuestiones que generan grandes niveles de preocupación y tensión a los padres de niños con TDAH: ¿debe repetir?,¿es beneficioso para él o le acarreará mayores problemas en su autoestima y motivación?, ¿promocionarle aunque no esté preparado del todo le puede conllevar una mayor frustración el próximo año?

Este es un tema controvertido. Lo primero que queremos comentar es que no existe una recomendación general para todos los casos de niños con TDAH y lo oportuno es valorar cada situación de manera personal atendiendo a múltiples variables (dificultades que presenta, puntos fuertes, curso académico y edad, nivel madurativo, nivel de conciencia sobre repetir, variables sociales y familiares entre otras). La otra cuestión nos la encontramos en el escaso poder de decisión que tienen los padres (incluso los profesionales externos al colegio) sobre este tema tan delicado. La decisión depende únicamente del profesorado, aunque éste pueda (y deba) tener en cuenta la opinión de los padres y de los especialistas.

¿EN QUÉ CRITERIOS SE BASAN PARA DETERMINAR LA REPETICIÓN DE UN ALUMNO?

Dependiendo del curso académico o ciclo formativo en el que se encuentren la ley recoge unos criterios u otros. El primer gran inconveniente que nos encontramos es que son criterios rígidos, que no admiten excepciones en el caso en que los padres, el orientador o el psicólogo que trabaja con el niño vean más conveniente que no repita ese curso. Otra contrariedad es que no se incluyen en los principios de promoción casos como los niños con TDAH en los que la inmadurez que conlleva el trastorno o las dificultades propias del trastorno interfieren en su rendimiento sin que ello signifique una falta de capacidad. Es decir, el TDAH lleva inherente a él un ritmo de aprendizaje más lento (más visible en los cursos de primaria), puesto que las conexiones neuronales que se van creando en el desarrollo normal del niño, y que facilitan el aprendizaje de nuevos contenidos así como la adquisición de determinadas competencias, lleva un proceso más gradual y paulatino en estos casos.

Vamos a exponer a continuación los criterios generales en los que se basan para la toma de esta decisión. Están extraidos del libro de Isabel Orjales «TDAH: Cómo elegir colegio, afrontar los deberes o prevenir el fracaso escolar»:

EDUCACIÓN PRIMARIA:

  • Las evaluaciones son continuas y se tienen en cuenta el progreso del niño en el conjunto de las áreas.
  • Se accede a curso siguiente siempre y cuando se considere que han alcanzado las competencias básicas de dicho curso y el adecuado grado de madurez. Este es el principal punto en el que, desde nuestra experiencia, se basan muchos profesores para hacer repetir en el primer ciclo de Primaria y que bajo nuestro punto de vista suele ser totalmente erróneo.
  • Si no ha alcanzado algún objetivo en alguna determinada área pero esto no le impide aprovechar el siguiente curso, puede promocionar al siguiente nivel siempre que reciba los apoyos necesarios para recuperar dichos objetivos.
  • Sólo se puede repetir en Primaria una vez en todo este periodo.

En este ciclo educativo es donde más surgen las dudas sobre la idoneidad de hacer repetir a un niño con TDAH. Como hemos comentado, la inmadurez propia del trastorno conlleva que muchos conceptos básicos no los adquieran con la misma soltura que el resto de sus compañeros lo que les penaliza a la hora de rendir en las tareas. Por ejemplo, en 1º de Primaria es donde les enseñan conceptos matemáticos como sumar, restar, decenas, etc. Los niños con TDAH en esta época tienen en su mayoría una edad biológica de 6 años  (si no han nacido en los últimos meses del año) pero una madurez cognitiva de unos 4 años. Esto quiere decir que su cerebro no está lo suficientemente maduro como para comprender e interiorizar estos conceptos con la misma facilidad que los niños que no tienen TDAH. Esto no les impide poder aprender a realizar sumas (es un proceso con unos pasos definidos) pero si es posible que no comprendan qué es eso de sumar o restar,lo que les va a perjudicar en ocasiones futuras y a la hora de realizar problemas matemáticos.

Además si nos referimos también a la propia impulsividad, despistes, exceso de energía, respuestas emocionales desproporcionadas e infantiles propias del TDAH o a los trastornos comorbidos que pueden aparecer asociados (como trastornos lecto-escritores, dificultades de aprendizaje, etc.) provoca que las capacidades reales del niño se encuentran más enmascaradas.

EDUCACIÓN SECUNDARIA:

  • Los alumnos podrán repetir cada curso una sola vez y dos veces como máximo dentro de la etapa.
  • La decisión de repetir será tomada por el conjunto de profesores del alumno, atendiendo a la consecución de los objetivos.
  • Se repetirá cuando se tenga una evaluación negativa en 3 o más materias.
  • Quienes promocionen sin haber superado todas las materias deberán seguir un programa de refuerzo debiendo superar las evaluaciones correspondientes a dichos programas.

En esta etapa existen artículos dentro de la ley que se refieren a las medidas que pueden tomar los centros educativos como por ejemplo que «los centros educativos tendrán la autonomía para contemplar las adaptaciones del currículo, la integración de materias en ámbitos, los agrupamientos flexibles, los desdoblamientos de grupos, los programas de refuerzo y programas de tratamiento personalizado para el alumnado con necesidad específica de apoyo educativo (donde ahora se incluye al TDAH)».

BACHILLERATO:

  • Los alumnos tendrán que repetir curso si tienen 3 o más asignaturas pendientes.
  • En algunas comunidades los alumnos repetidores pueden cursos las asignaturas suspensas al año siguiente sin tener que repetir las aprobadas.

Por ello, en prácticamente la totalidad de los casos (pero generalmente más en Primaria) la decisión de repetir se convierte en una apuesta personal: le hago repetir porque considero que es lo mejor para él poniendo en riesgo la autoestima del niño o le promociono arriesgándome a que el próximo curso no le vaya del todo bien y genere mayor frustración en él. Puede ocurrir también que se le haga repetir y al año siguiente él se vea con una mayor competencia, con una mejor comprensión del temario y con un nuevo grupo de amigos más acorde a su madurez o que no repita le sirva de acicate, se incida en sus áreas de refuerzo y continúe con sus compañeros al mismo ritmo. Todas las posibilidades existen y no se dispone de un instrumento que nos asegure cuál es la mejor decisión.

EN RASGOS GENERALES, ¿DEBE REPETIR EL NIÑO/A CON TDAH?

Desde Educ-at consideramos que por regla general no es aconsejable la opción de repetir. Muchas veces se utiliza esta medida como corrección y escarmiento ante lo que se interpreta como pasividad o dejadez por parte del niño. Debemos tener en cuenta toda la problemática asociada al alumno, tanto en los cursos de Primaria como en Secundaria donde su actitud de desgana puede ser evidente y estar ocasionada por una falta de motivación debido a unos sentimientos de incapacidad y de incompetencia. ¿Es por lo tanto la mejor elección hacerle repetir? Esto no quiere decir que en ocasiones no quede otra solución o que haya que promocionarle a toda costa, simplemente hay que plantearse una serie de cuestiones acerca de qué es lo mejor para ese caso y cómo podemos ayudarle de cara al próximo curso se tome una determinación u otra. Nos encontramos en muchas situación una falta de empatía alarmante.

El hecho de repetir curso daña irremediablemente al niño. Le hace sentir que en este curso ha fracasado. Repetir sin brindarle un refuerzo o una ayuda (tanto internamente desde el colegio como externamente si fuese posible) para que no se de más esa situación, no presenta ninguna utilidad, ya que tan sólo repetiremos un nuevo año con las mismas cosas que no funcionaron el año anterior. Debemos saber manejar desde el profesorado, la familia y el resto de profesionales este tipo de acontecimientos, pues si no se hace, el daño psicosocial y académico puede ser grande, provocando el rechazo social o aumentando también la pérdida de interés por los estudios. Hay estudios que muestran que las notas son más bajas cuando repiten curso. Si pretendemos que repitiendo el alumno con TDAH esté más atento y más quieto, en la mayoría de los casos no lo conseguiremos. Lograremos todo lo contrario porque podemos encontrarle más aburrido, con la autoestima más baja y menos motivado.

En conclusión, la decision de repetir o no repetir debe ser personalizada para cada caso y en ella deben intervenir los profesores, los padres y los profesionales no docentes que lleven el tratamiento del niño. Debe ser una decisión muy meditada. Repetir no garantiza el éxito al próximo año, no garantiza una mejora. Tampoco lo garantiza permitirle promocionar pero de esta manera y poniendo un programa de apoyo tanto en el colegio como externo (psicólogo, psicopedagogo) podremos ir trabajando e inciendo en las áreas de mejora.

En nuestro vida nos vamos encontrando multitud de problemas, generándonos unos mayores nivel de ansiedad que otros. Como es lógico, esta situación tiende a conllevar altas cotas de preocupación en los padres pues se teme un impacto emocional y motivacional negativo en el niño o adolescente. Desgraciadamente no existe la solución perfecta, es decir, aquella que no provoque ningún coste y sean todo beneficios. La solución «perfecta» es aquella que maximiza los beneficios y minimiza los costes. Por tal razón debe ser una decisión personalizada a cada caso, basada en la reflexión en equipo, con la mayor información del mayor número de personas que intervienen en el desarrollo del niño o adolescente.

Por último os queremos acercar un vídeo de una ponencia de Ana Solanas titulada «Adolescente con TDAH ¿expulsar? ¿repetir curso?». Muy interesante y relacionada con este tema.

https://www.youtube.com/watch?v=qDgkT0qJqKE

Equipo de Educ-at

educatdah.com

serviciosPsiquiatria

Existen dos grandes debates dentro de los detractores del Trastorno por Déficit de Atención con o sin Hiperactividad. Mucho se ha hablado de la existencia o no del TDAH y de si se encuentra o no sobrediagnosticado. Sobre el primero ya hemos dejado en varias ocasiones patente los numerosos estudios e investigaciones que manifiestan la existencia del mismo. En el caso del segundo tema, muchos opinan que está de moda diagnosticarlo y cualquier niño movido es ahora hiperactivo. Vamos a intentar desgranar las razones que por las que lo esgrimen.

El TDAH es el trastorno más prevalente en población infanto-juvenil. Los estudios más recientes lo sitúan en un 5-7% (aproximadamente 1 de cada 20 niños). Como hemos hablado en varias ocasiones es un trastorno que tiene un gran impacto sobre la vida tanto del individuo interfiriendo en su funcionamiento escolar, social, cognitivo y emocional. A su vez interfiere también en el ámbito familiar, creándose conflictos y dificultades para su manejo. Por todo ello es fundamental y necesario realizar un buen estudio sobre las problemáticas del niño para ofrecer el mejor tratamiento posible.

Bajo nuestra opinión, unas de las primeras razones por las que (para personas ajenas al trastorno) se tiene una imagen irreal y consideran que se encuentra sobrediagnosticado es  la trivialidad con la que se utiliza el término hiperactividad o hiperactivo. Muchos de nosotros habremos escuchado o incluso habremos utilizado una expresión similar a «Hoy es que estoy hiperactivo», «yo no paro, soy muy hiperactivo», etc. Este tipo de expresiones pueden provocar confusiones en parte de la sociedad ya que se emplea este adjetivo para denotar el estado de ánimo o excitación en un determinado momento.

Por otro lado, la sintomatología característica del trastorno son manifestaciones que la mayoría de nosotros hemos padecido alguna vez y, en el caso de los niños con una mayor frecuencia. Todos hemos podido tener épocas de mayores despistes, situaciones que nos genera nerviosismo y estamos sobreexcitados, respondemos con impulsividad, no nos enteramos cuando nos hablan porque estamos pensando en otra cosa, etc.

Por lo tanto, en un primer vistazo, la frivolidad en el uso del concepto hiperactivo junto con las características comportamental del trastorno perjudican el conocimiento del mismo y favorecen el desconcierto y el oscurantismo hacia las personas (niños, adolescentes o adultos) que lo padecen. Todo esto hace que se pueda malinterpretar y hacer creer que se etiqueta a los niños con un objetivo económico de las farmaceúticas o porque es más sencillo «drogar a un niño que educarle» como en ocasiones hemos escuchado. Ya lo puso de relieve el informe PANDAH sobre el nivel de conocimiento en España sobre el TDAH: sólo el 4% de los encuestados saben definir el trastorno sin ningún tipo de ayuda y alrededor del 85% es capaz de hacer una definición aproximada recibiendo alguna ayuda. Resultados debastadores que ponen de manifiesto la ignorancia que existe sobre él.

Con el tema de la medicación podemos entender la preocupación de muchos padres ante este hecho y las dudas que generan. Desde nuestra perspectiva la medicación es una herramienta que, dependiendo de los casos, es totalmente necesaria, pero como siempre comentamos, casi nunca suficiente. El metilfenidato, la atomoxetina y la lisdexanfetamina son fármacos eficaces ampliamente estudiados y seguros. En nuestra experiencia hemos trabajado con varios casos que no están medicados y con la implantación de unas herramientas y estrategias tanto al niño (a nivel escolar, social y emocional) como a las familias, se ha conseguido que no tome medicación, se reduzca o se limite a momentos puntuales. Esto no quiere decir que no sea necesaria en algún otro momento, ya que depende en gran medida del grado de severidad del trastorno, de la afectación que tenga el trastorno en la vida del niño o de la situación vital en la que se encuentre.

EL AUMENTO DE CASOS DIAGNOSTICADOS EN LOS ÚLTIMOS AÑOS

Una de las razones en las que sustentan aquellos que defienden el sobrediagnóstico del TDAH, es aquella en la que el número de diagnosticados por este trastorno ha aumentado exponencialmente durante la última década.

Este dato es cierto y las principales causas del incremento son tres:

  1. Mayor conocimiento de los profesionales que intervienen con el niño (médicos, profesores y psicólogos).
  2. Mejores herramientas de evaluación.
  3. Aumento en los diagnósticos precoces (fundamentales para iniciar un tratamiento adelantado)

Es cierto que mucha de la sintomatología típica del TDAH puede estar provocada por otros trastornos o acontecimientos puntuales que nada tiene que ver con él. Ya lo comentábamos en nuestra entrada «Todo sobre el diagnostico del TDAH», sintomas depresivos, trastornos orgánicos como el X frágil o acontecimientos personales como un divorcio pueden provocar comportamientos en el niño similares al TDAH. Esto quiere decir que existen numerosos síndromes o situaciones que generan manifestaciones externas semejante al trastorno. Por ello se requiere un estudio en profundidad a la hora de evaluarles. Si es posible que, por este lado, si nos encontramos ante un profesional poco competente o entendido, el diagnóstico que se nos ofrece no esté ajustado a la realidad y estemos creando una etiqueta a un niño que no la requiere (con el apartado negativo que esto puede suponer).

Atendiendo al otro punto de vista, investigaciones demuestran como niños TDAH puramente inatentos pasan desapercibidos a la hora de ser evaluados. Nos encontramos ante chicos y chicas que, por las dificultades típicas de este subtipo, no alcanzan unos buenos resultados académicos, encontrándose con un posible fracaso escolar, dañándose su autoestima y motivación y, en muchos casos, quedando sin diagnosticar. De esta manera nos encontramos adolescentes que son valorados con TDA a una edad avanzada o que directamente no tienen conciencia de su problemática.

Algunos profesionales mantienen que parece factible que el tipo de sociedad actual pueda estar contribuyendo a generar una mayor disfuncionalidad del TDAH. La existencia de mecanismos que ofrecen refuerzos externos inmediatos como los videojuegos, televisión o el internet, así como una sociedad de consumo provocan que se presenten pocas oportunidades «para favorecer y entrenar la atención sostenida, la cultura del esfuerzo, la demora de recompensa, el empleo de estrategias reflexivas y el desarrollo de un autocontrol mental eficaz».

En conclusión,en nuestros años trabajando exclusivamente con estos chicos, han sido pocos los casos en los que su diagnóstico nos ha generado algún tipo de duda. También es cierto que desde la psicología trabajamos mayoritariamente desde las conductas problemáticas (bajo rendimiento, conductas impulsivas, escasa organización, bajas habilidades sociales, etc.) y no tanto desde la etiqueta propiamente dicha, por lo que la manera de intervenir no distaría dependiendo de la existencia o no de la etiqueta diagnóstica (otra cosa diferente es a la hora de pedir unas medidas en el aula para las cuales si es necesario, desgraciadamente, de un diagnóstico).

Debemos seguir trabajando para crear mejores instrumentos de diagnósticos, formar a los profesionales que intervienen en la evaluación (médicos, psicólogos y profesores), tener en cuenta tanto los criterios de inclusión del trastorno como los de exclusión (diagnóstico diferencial) y que esté realizado por un equipo multidisciplinar. De esta manera estaremos evitando sobrediagnósticos o infradiagnósticos, ofreceremos tratamientos mucho más ajustados y reduciremos las polémicas generados en los últimos tiempos.

Equipo de Educ-at

educatdah.com